Mis datos

¿Cómo soy?

Mi historia

Keko terminó su tratamiento para los gusanos del corazón, se ha vacunado, se ha castrado. Está como una flor. Ya no hay razón ninguna para que continúe en la residencia, más que no tiene aún una familia con la que ser muy feliz. Lo bueno es que eso, si nos empeñamos mucho, tiene solución. Keko tiene un par de años, es un podenco de estos espectaculares, altos, esbeltos, precioso, con un par de ojazos de miel. Llegó hace unos meses, estuvieron un par de días dando avisos de un perrete que echaba a correr cuando alguien lo quería coger y de camino al parque me encontré con él. Correr corría, pero en mi dirección. Todo mi empeño era pasarle una correa por el cuello rápido, por si ese acercamiento era una enajenación transitoria y de repente le daba el telele y se iba. Pero que no, vamos, que el pobre me miraba pasmado mientras le enrollaba una correa por el cuerpo, esperando que acabase para irse a jugar con los otros perros, que era en realidad lo que le interesaba. No sé de dónde venía, dónde estuvo hasta ese momento, pero vaya corazón bonito que tiene. Le gusta la gente y le gustan los animales, se lleva genial con otros perretes y no tiene miedos en la calle. Vamos, que es un bombón, un perrete con el que ir a todas partes y compartir miles de experiencias.